martes, 26 de mayo de 2009

ANGELES Y DEMONIOS


Iván Salmerón C. /Cinécuaro


Luego del sonadísimo éxito comercial del “Código DaVinci” tanto en libro como en cine, el nombre de Dan Brown se convirtió en un verdadero imán para cualquier proyecto que llevara su nombre en alguna parte de los créditos, máxime si se trata de la autoría plena.

En honor a la verdad Ángeles y Demonios es una novela que fue escrita incluso antes del Código Da Vinci, pero fue esta última la que atrajo los reflectores para sí y para su astuto progenitor.

Con semejante antecedente que en su momento causó un verdadero maremagnum a escala global por el audaz tratamiento de teorías conspiracionistas, con la mismísima Fe cristiana y la iglesia católica como protagonistas centrales, llega a la pantalla la ahora llamada “precuela” de esta saga.

En su momento, la jerarquía católica puso el grito en el cielo (nunca mejor dicho) por las controvertidas afirmaciones que dan cuerpo a “Código” y sobre lo que ya se ha invertido muchísima tinta y gigabytes. Como fórmula infalible esa reticencia y su pública manifestación resultaron en una inigualable campaña de publicidad primero para el libro y luego para la película.

Ahora y habiendo aprendido la lección de mercadotecnia, las manifestaciones de la iglesia católica fueron mucho más discretas limitándose casi exclusivamente a explicar por qué no se autorizó la filmación de Ángeles y Demonios en locaciones del Vaticano y de la Basílica de San Pedro. Además por puritita lógica podríamos deducirlo.

Esta vez no leí primero el libro como en el caso de Codigo Da Vinci, quise evitarme el desencanto que por lo regular ocurre cuando se sigue ese orden. El director Ron Howard entró de inmediato en materia y en una cuidada secuencia nos muestra el orígen del proceso científico-tecnológico que servirá de columna vertebral para esta intriga.

En lenguaje coloquial y sin ser experto en literatura podría definir a Dan Brown como un autor “muy vivo”. Ha sido capaz de elaborar verdaderas conspiraciones con ingredientes que viven en el conciente e inconciente colectivo, prácticamente desde que adquirimos uso de razón.

Electroshocks a la Fe cristiana, descontones a la iglesia católica, zancadillas al Opus Dei y rodillazos en zona baja al machismo histórico. Todo esto aderezado con el éter de las sociedades secretas (priorato de Sión, Iluminati) y una pizca de zagacidad “estilo Columbo” de Robert Langdon y féminas que le acompañan.

Es para mi gusto, inconmensurable el trabajo de la producción en la réplica de los recintos vaticanos. Destacable también la edición de sonido y el ritmo general de la obra.

En el desempeño actoral me parece que Ewan McGregor se adelanta en la puntuación a Tom Hanks. McGregor encarna al camorlengo del Papa (algo así como su secretario particular) y logra llevarnos a un punto que permite al director conducir la historia hasta un bien logrado desenlace acorde a la historia. Robert Langdon (Hanks), parece inconmovible aún cuando ha estado “mirando a los ojos de la parca” en más de una ocasión. Ese detalle hubiera reforzado el peso drámatico de la trama.

Le doy mi aval como una buena película, que tiene muchos matices para estimular la neurona durante la proyección y aún después de ella.Admito que me encanta la simbología, la intriga, las teorías de conspiración y las mujeres brillantes como la bella Vittoria Vetra. AMÉN

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