Definitivamente hay lugares en el mundo que con su mágica esencia son capaces de inspirar las más apasionadas manifestaciones del espíritu humano ya sea en las artes como en la ciencias o incluso en la política por mencionar algunas. Sin lugar a dudas Paris, citada por muchos como la ciudad más hermosa del mundo, es también considerada como la capital mundial de diversas expresiones artísticas que en distintas épocas ha albergado vanguardias surgidas en las mismas calles, cafés, tabernas y centros nocturnos que cautivaron igualmente a grandes maestros de la plástica como de la literatura, la música y en general de todas las bellas artes.
En el cine, grandes muestras del patrimonio histórico han tenido como escenario principal las calles de la capital francesa en prácticamente todos los géneros, desde la comedia (‘La pantera Rosa’; Blake Edwards, 1963) hasta la animación digital (‘Ratatouille’; Brad Bird, 2007) pasando por la intriga y el drama (‘El último tango en Paris’; Bernardo Bertolucci ,1972, ‘Búsqueda Frenética’; Roman Polanski,1988) solo por citar algunas de las más de 600 cintas que han tenido lugar en esta cosmopolita ciudad.
En este 2011, llega a las pantallas del mundo una exquisita comedia muy al estilo de Woody Allen y que lleva por nombre ‘Media Noche en Paris’ (Midnight in Paris) . Aparte del nombre estelar de su guionista y director, esta película es presentada en el programa de apertura del Festival de Cannes 2011 lo que viene a darle un importante espaldarazo inicial.
En esta lúdica historia, Allen le da rienda suelta a su cinematografía al llevarnos de paseo por las rúas parísinas lo mismo de día que de noche pero también en el pasado y el presente de una manera muy original acompañados por algunos de los protagonistas de la historia que dan a Paris esa merecida fama de metrópolis cultural. Una narración sencilla, sin complejidades argumentales pero salpicadas del agudo ingenio de Woody Allen que divertidamente fantasea con la relatividad del tiempo inducida tal vez por algunas copas de tinto francés.
En cierto modo el apocado Gil Pender, guionista de profesión y aspirante a novelista representa en buena medida a la personalidad de Allen, tímido, inseguro con las mujeres pero tenaz en sus ‘emprendimientos’ literarios. Debo admitir que cada vez que veo a Owen Wilson en la pantalla me convenzo más de que me desagrada como actor, poco ‘vibrante’ en su desempeño y muy plano en su apariencia. Aunque en teoría parece apropiado para el papel, creo que fácilmente pudo haber tenido otro actor con mejores cualidades, pero claro, tanto el director como los encargados del casting están para hacer su trabajo. Por lo demás, el resto del reparto es una variada selección de rostros nuevos y algunos más conocidos, incluso en la parte francesa, en un inquietante papel aparece Marion Cotillard que aparte de buena actriz posee esa belleza nostálgica que le confiere un encanto muy especial. Aparece también el comediante de origen marroquí Gad Elmaleh estrella de ‘Mi gran fiesta Judía’ (Coco) aunque ahora en un pequeño papel como detective, además como atractivo plus, Allen se obsequia la aristocrática presencia de nada menos que la primera dama francesa Carla Bruni.
Los personajes caracterizados llevan un peso medular en la historia y Woody Allen logra una magistral dirección de cada uno de ellos, me cautivó el papel desempeñado por Adrien Brody como Salvador Dalí, que aunque es relativamente breve consigue trasmitir esa excéntrica personalidad del surrealista catalán.
Otro de los elementos que hacen entrañable a esta producción es el soundtrack ya que se pone a tono con la historia y con las locaciones. Medianoche en Paris es una excelente recomendación que aunque tiene clasificación ‘A’ no es para todo público, pero a ti estimadazo lector creo que te va a gustar si no la has visto, puedes llevar a tu pareja independientemente del estatus civil, también te puedes acompañar de tus hijos, o padres o colegas y hasta en solitario resulta una historia magnética sobre todo si logras identificar a mas de tres de los personajes aludidos.
No olvides baguette y algún blanc de blancs para redondear el festín. Au revoir
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