viernes, 24 de abril de 2009

GRAN TORINO


Extraña elección de nombre para una película, y eso que ahora no es obra de la traducción que en muchos casos llega a ser desastrosa. Ese es su nombre original y no es una historia tipo “Starsky y Hutch”, o “los Dukes de Harzard” , es verdad que era el modelo del famosísimo carro de Starsky en aquella añorada serie detectivesca de los 70’s, y aunque tiene breves apariciones en la trama de la película, llega a convertirse en el objeto del deseo. Semánticamente, el Gran Torino representa al espíritu norteamericano en esta cinta que aunque se desarrolla en Estados Unidos es de una gran variedad étnica donde más bien los gringos son la minoría.

Una cinta muy disfrutable gracias a la muy acertada dirección del sorprendente Clint Eastwood. Digo sorprendente porque es admirable la capacidad creativa y de trabajo que tiene este hombre que para el 2010 habrá cumplido nada menos que ochenta años. En las casi dos horas que dura la proyección, te narra la historia de tal manera que sin ser una película de acción, mantiene el interés en la pantalla de manera permanente.

Solo de manera imaginaria podríamos pensar que la historia de un cascarrabias de 79 años justo después de enviudar muy poco tendría que llamar la atención.

Es el retrato de un veterano de mil batallas y con lo que queda de su familia con la que parece alejado por la diametral diferencia de estilos de vida en gran parte debido a la brecha generacional y al agrio carácter que conforme pasan los años parece acentuar ese inevitable bouquet.

Relato ágil de cómo “Walt” Kowalski va impactando en la vida de la gente cercana a él, ya sea por lazos familiares o por la inevitable vecindad.

Llama poderosamente mi atención lo que Clint Eastwood hace con este personaje ya que siempre me ha parecido un actor con pocos matices dramáticos en su durísima expresión natural, en todas las películas que recuerdo de él parece estar enojado o cuando menos muuuy serio, parece “Harry el sucio” pero ya entrado en años. Gran Torino en primera instancia parece ser lo mismo, va construyendo a “Walt” sobre esos mismos ladrillos pero rodeándose de una gran historia y de unos vecinos que le ponen mucho sentido a su nueva condición, de hecho el primer sorprendido es él mismo cuando sin pensarlo (ni desearlo) se ve gratamente inmerso en un medio ambiente históricamente ajeno a él. Esta es la parte “soleada” de la película que transita exitosamente entre el sol y la sombra anímica, que nos muestra también que el rudo protagonista conoce muy bién los escenarios de la vida y también de la muerte. El desenlace tiene también su carga semiótica, Walt y Clint Eastwood nuevamente sorprenden.

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